Definitivamente, le gustaba salir a hacer autostop. Caminar sin rumbo, libre y sin ataduras, acompañado tan solo de una mochila que iba llenando, poco a poco, con los sueños e ilusiones de aquellos a los que se cruzaba en el camino. Bueno, y también del afilado cuchillo de carnicero con el que se los arrancaba de cuajo, claro.
Sí, lógico. Hay que hincar el diente a fondo, ¿no?
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Reblogueó esto en Directas & Indirectasy comentado:
Vaya vuelta de tuerca. ¡Lo compartimos! a ver si alguien más le da un aventón, y a ver de paso me arranca el sueño del alma.
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