-Alguien ha empezado a tirar del hilo y nuestra misión peligra. Espero que tú no hayas tenido nada que ver Chin-Hwa. Lamentaría tener que matarte después de haberte amado tanto -dijo ella.
–Oh, Grey, cómo me pones. Me he portado mal y merezco una azotaina con el látigo de tiras. Dámela. Ahora -dijo él.
El Sr. y la Sra. López apenas se dirigían la palabra durante el día. Sin embargo, por las noches, se revelaban el uno al otro sus fantasías y deseos más ocultos. La Sra. López, invariablemente, era la primera en empezar a hablar. Y, a diferencia de su marido, lo hacía siempre despierta.
Muy buen relato, Tavilac!
Me gustaLe gusta a 1 persona
Muchas gracias Francisco! 🙂
Me gustaMe gusta
Y su pobre vecino escuchando todo el numerito a las 4:00 AM
Me gustaLe gusta a 3 personas