Año 2017, acabo de cumplir 44 años y los coches siguen sin volar. (¡Grmph!)

Siempre pensé que cuando yo tuviera 40 años los coches volarían. Que en el siglo XXI pasaría las vacaciones en la nebulosa de Orión (si las cosas me iban bien), o en la luna (si las cosas andaban algo mas justas), y que los androides se encargarían de todo. Que si te dolía un poco la garganta, por ejemplo, irías a la farmacia, y el FARMABOT 2000, con sólo echarte un vistazo, en un pliplás te daría un diagnóstico, y la medicación adecuada con la posología lista para ser escaneada y almacenarla en tu chip intracraneal. Se acabó lo de abrir siempre el paracetamol por la parte del prospecto, hombre ya.

El año 2000 era el futuro, y los niños calculábamos como energúmenos TODOS los años, cuántos faltaban para llegar a la mágica cifra y cuántos años tendríamos entonces, nosotros mismos. Yo, 27. La mejor edad, pues sin ser demasiado mayor, sí sería un adulto que podría disfrutar de pleno derecho del idílico futuro que habíamos imaginado, desoyendo los mensajes del cine y la tele que lo pintaban todo bastante apocalíptico. Éramos unos optimistas.

Así que imagínate el chasco cuando llegó el 2000… Y la cosa no ha mejorado, llevamos ya 17 años en el futuro, y los coches no vuelan, lo más parecido a estar en otra galaxia es ir a Marina D’Or en temporada alta, y en las farmacias aún se sigue usando una navajita para recortar el codigo del medicamento y un trozo de celo para pegarlo a la receta, como en el pleistoceno farmacil, que no me lo ha contado nadie, que lo he visto yo con estos ojitos astigmáticos (que por cierto, no ven en 3D, ni tienen la posibilidad de tener instalados unos rayos x, ni nada. De verdad, vaya futuro de chichinabo que nos ha tocado en suerte).

Después de la debacle del año 2000 pensé en mi siguiente objetivo: la mediana edad. A los 44, yo sería rico y me bañaría a diario en monedas, como el Tío Gilito,y por supuesto, tendría el dinero suficiente para comprarme el consabido descapotable rojo, ese cochazo que espantaría los pájaros anunciadores de la vejez y con el que me consolaría una vez que la peregrinación de pelo de la cabeza hacia las orejas, hombros, espalda y dedos de los pies, hubiera comenzado.

Un bólido aerodinámico (y volador, claro) que le demostraría a todos que sigo siendo joven, rebelde y ¿ya lo he dicho? forrado, un Christian Grey maduro, de esos que tanto predicamento tienen entre una importante parte del público (sobre el papel, porque luego en el mundo real, el Grey de marras no tiene pinta de ser de los que quieran pasar los sábados por la tarde en el Carreful, comprando pinzas, chopped pork y una correa para la persiana, ‘que se ha roto y a ver si va a haber que llamar a un persianero, que de estas cosas, de toda la vida de Dios se ha encargado el hombre de la casa ‘, ni de ir al mercado del lunes con el encargo de comprar manzanas reineta ‘ni maduras, ni verdes, sino todo lo contrario ‘. Y eso, amigas que leéis este desvarío, os frustra mucho, y lo sabéis, por mucha pericia que tenga el zagal después con las esposas y el látigo de siete colas).

Aquí he de reconocer que he alcanzado algunos éxitos. No soy millonario, pero si soy rico, riquísimo, porque tengo a la mejor gente a mi alrededor; amigos y familia que cubren mis necesidades y no me hace desear nada más.

Y no tengo un bólido aerodinámico, tengo un Xsara Picasso, que es el que tiene un maletero más grande, porque cuando nos vamos de vacaciones,parecemos una compañía de titiriteros. En un descapotable, tendríamos que hacer 17 viajes hasata nuestro destino, porque no somos de los que escatimamos en YSIS y PORSIS ( ¿YSI hace frío? ¿YSI hace calor? PORSI llueve, PORSI nieva, PORSI cae un meteorito…)

No, insito, no tengo un bólido aerodimámico volador, pero si tengo algo descapotable (in progress): la cocorota.

Es un hecho, se me ve el cartón. De un modo arrebatadoramente sexy,sí, pero cartón al fin y al cabo.

44 años ( ahhh, suspiro), los 4 patitos (una granja en las piernas) o las dos sillitas: una para la lumbalgia y otra para la rodillas.

44 años. una edad confusa: cuando te ven de lejos pareces el mismo joven dicharachero de siempre, (es más, si la vida te ha tratado medio bien, hasta puedes dar el pego -a gente de mi edad aún la hacían pasar por adolescente en series como ‘Sensación de vivir’-) pero en la distancia corta, se te ven los surcos en los ojos y en la frente. Ni eres joven, ni eres viejo: eres un viejoven.

44 años, esa edad en la que te empiezan a salir canas en lugares insospechados.

Y los niños, por la calle, te llaman señor a bocajarro, sin que se les caiga la cara de vergüenza -que debería-

La edad en la que llos concursantes de todos los realitys son más jovenes que tú. Y en algunos casos, sus madres.

En la que ya no hay tarjeta ‘joven’ del banco que valga para ahorrarte un eurillo en el cine. Hasta la tarjeta oro de la jubilación, hay que conformarse con la normal.

Esa edad en la que empiezas a darte cuenta de que has dejado de ser inmortal…

Pero bueno, ¿sabéis lo que os digo? Independientemente de la cantidad de pelos que a partir de hoy pueblen mi espalda, pienso seguir disfrutando a tope de la vida, porque no sé vosotros, pero yo nunca volveré a ser tan joven como lo soy hoy. Sí es una perogrullada, lo sé, pero se nos olvida tan fácilmente…

Aprovecho la ocasión para daros las gracias a todos por haber sacado un ratito de vuestro tiempo para felicitarme en el día de mi cumpleaños. Yo os mando esas felicitaciones de vuelta, transformadas en abrazos y besos surtidos.

4 comentarios

  1. torpeyvago · octubre 23, 2017

    a) Felicidades.
    b) Me había diseñado una nave espacial la mar de chula para tenerla terminada en el 2000 con mis 32 añacos, ya casi un abuelo desde mi persepctiva ifantil – adolescente.
    c) Yo pensaba tener un harén de androides… esto… ginecoides placenteras —¡sin suegras!; eso si es un avance de la técnica—.
    d) A mí, seguro, se me ven cinco años más de cartón.
    e) Enhorabuena por ser viejoven. Yo ya estoy en la frontera entre madurito interesante y viejo verde.
    f) «Sólo» he conseguido una familia maravillosa con la que espero disfrutar hasta que me desaparezca toda la pelambrera cochambrosa que me queda.

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  2. Pilar Astray Chacón · octubre 23, 2017

    Felicidades!!. Y No está tan lejos que los coches vuelen.

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  3. Francisco J. Martín · octubre 26, 2017

    Felicidades !!
    No hay que desesperar, ya pronto volarán !!
    Un abrazo.

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  4. pakdark · noviembre 5, 2017

    te comprendo amigo nací en el 76…echa cuentas pero nos queda cuerda para rato…

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