Estamos ya a 6 de diciembre. Por favor os lo pido, los que acostumbráis a pelar las uvas y a quitarles la piel y las pepitas, empezad ya con la disección, que luego todo son prisas y a los que no tenemos tantos miramientos y las engullimos enteras, con su hollejo, su raspón o pedicelo y su pulpa llena de pepitas —que vale, tienen sabor amargo y se te meten entre los dientes al masticar, pero a nosotros nos gusta así, porque somos un poco neandertales—, y que si me apuras hasta disfrutamos jugueteando con que nos tengan que practicar una maniobra de Heimlich cuando vamos por la sexta campanada, ya no nos caben más uvas en la boca, nos da la risa floja y se nos va el mosto por donde no es…, con vuestra parsimonia y meticulosidad, se nos llevan los demonios. Sí, sí, a vosotros os digo, no os hagáis los locos.
¡Panda de flojos! ¡Con melones —sin pelar— os ponía yo a las campanadas! Pero, ¿desde cuándo se limpian las uvas? ¡«Tópadentro»!. Hasta esas cosas negras que se mueven solas…
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Jajajajaja yo lo hago
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Culpable… aunque lo hago con gran discreción y celeridad, jajaja
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Lo confieso, soy un pelador de uvas. Eso si hasta la tarde del 31 no lo hago, aunque ahora que lo dices……
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Pelo las uvas, las más pequeñas siempre y les quito las pepitas si tienen…
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Mas que la facción ansiosa diría la facción resignada jeje
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jajajaja…real como la vida misma. Yo ni siquiera las tomo, no me gustan, las cambio por aceitunas, conguitos o lo que sea que tenga a mano.
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¡Culpable! Aunque me agradanto igual porque siempre me da la risa floja…
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