Es la hora del ABSURDTEST. HOY: ¿Qué tal andas de reflejos?

Estás en el vestuario del gimnasio y, al abrir la taquilla, ves como tu móvil, que más que móvil, es una extensión de ti, sale disparado de la misma – debido a que eres un desastre que no tiene capacidad ninguna para el orden, ni en la taquilla, ni en la vida, y lo has metido todo, ropa, mochila, móvil, chaqueta, embutido dentro del reducido espacio en una suerte de Tetris esquizoide-, y lo ves caer… Ese móvil que estás pagando a plazos, porque estamos todos locos, cayendo a cámara lenta… No, cayendo no, fluyendo… Fluyendo inexorablemente hacia el suelo, como un río que va a dar en la mar, que es el morir… ¿CÓMO REACCIONAS?

A) El móvil lleva una funda que, si no has sido un rata y no te la has comprado en la sección de últimas unidades de segunda mano del outlet de ‘El corte chino’ (pack de 14 fundas, 1 euro), debería cumplir con su función protectora, así que dejo que el terminal siga su trayectoria y después, con elegancia, miro si la pantalla se ha hecho trizas (lloro) o no (doy gracias a San Isidoro de Sevilla, patrón de internet) y lo guardo rápidamente esperando que no me haya visto nadie.

B) No me entero, porque estoy al borde del colapso. Después de una clase de Step-Zumba y una de Jumping-Fitness (con una sesión de CrossFit y ExtremeAbs-Gromenauer, entre medias) no soy un ser vivo, soy una pulsión de dolor. Tengo la energía justa para coger la toalla de ducha y meter la toalla del sudor, las lágrimas y la lorza que he logrado diluir ese día, en la bolsa del Carrefour habilitada a tal efecto. Camino de la ducha, piso el móvil y pienso: qué cochina es la gente, que lo deja todo tirado por ahí.

C) Pongo el pie. Con una gracilidad digna de Nureyev y los reflejos de un mono cocainómano hasta las cejas de Red Bull interpongo mi pinrel en la trayectoria del móvil. Porque, por algún motivo que desconozco, mi cerebro cree que mi pie es biónico, o de acero indestructible y no de carne y huesos machucables y rompibles, y claro, consigo que el móvil no sufra daño alguno, aunque se haya escuchado un ‘crack’ claramente y mis dedos medio y corazón, y sus respectivas uñas, estén adquiriendo unos tonos rojizos y ligeramente violáceos que dan ascopena..

Yo, he escogido la C) , claro…

ACTUALIZACIÓN: Tengo el dedo como una berenjena.

3 comentarios

  1. torpeyvago · noviembre 28, 2016

    a) No voy al gimnasio. Observación a a): Tampoco se me ocurre pagar matrícula para no ir.
    b) Me compro móviles baratos. Observación a b): Sí, soy un rarito; lo uso para hablar y para que mi mujer me mande un guasá con la lista de la compra. Vale, he pasado de móviles de 25€ a móvil de 60€ pero me tiene que durar otros cinco años más. Y no lo voy mirando por la calle.
    c) Yo soy diésel. La decisión llega siempre después del hecho. Observación a c): Jamás me equivoco. Vaaaaale, a cojón visto, macho seguro, pero no me equivoco.

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  2. anacentellasg · noviembre 29, 2016

    Yo seguro que la a , lo veo caer y luego rezo en silencio porque no le halla pasado nada. Mi hijo pequeño (6 añitos) es de la c, menudo pararon hizo el otro día con el pie, tiene una uña morada

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  3. María Míguez · noviembre 29, 2016

    Jajaja! No sé, cuando me vea en esa disyuntiva te lo haré saber. Gracias por hacerme reír un rato!!

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